Travesía Panamericana
Semana 8













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Honduras/ Nicaragua/ Costa Rica

Mayo 27, 2002

Lago Yojoa, Honduras.

Odómetro: 203.510 millas

Escrito por: Bárbara

Despertamos en Lago Yojoa con el amanecer y con pescadores que pasaban al lado de nuestro auto en dirección al lago, dado que era la mejor hora para pescar. La familia de Álvaro, nuestro anfitrión, había otorgado a estos pescadores el derecho de paso al lago a trabes de su jardín. Mientras tanto, la madre de Álvaro escuchaba una radio religiosa que resonaba en todo el terreno a la vez que realizaba las tareas de la casa. Uno de los hermanos de Álvaro dirigía al burro con las riendas hacia otro lado del jardín. Y así comenzó el día en esta humilde, pero cálida, casa que nos dio la bienvenida.

Durante esa mañana tuvimos una larga conversación con Álvaro, quien nos pareció muy honrado y trabajador. Él nos contó sobre los múltiples trabajos que había realizado y compartió con nosotros algunos de los proyectos que estaba planeando para poder sobrevivir. Álvaro hablaba con calma, exponiendo sus pensamientos con claridad e inteligencia, pero al mismo tiempo dejando filtrar su tristeza en sus ojos negros. Era tristeza por tener que vivir en un lugar y en una época con pocas esperanzas para el futuro, no importa cuanto trabaje uno. Nos contó sobre sus largas jornadas hacia el monte, donde su familia tiene un pequeño terreno, para trabajar por horas en una plantación de café, y para luego ver el fruto de su trabajo injustamente compensado (en el contexto de bajos precios internacionales para el café). Nos contó sobre su padre, quien había emigrado a los Estados Unidos hace mas de una década para ayudar a su familia, y sobre la fiesta que hacen cuando él regresa a Honduras una vez al año. También nos contó de sus viajes a ciudades mas grandes para estudiar, donde se vive con una sensación de peligrosidad, a tal punto que decidió quitarse aun sus anillos baratos por miedo a que lo atacaran para robarlo. Nos explico que dificultoso es buscar nuevos horizontes en la capital o en San Pedro Sula, cuando no tenes un lugar donde quedarte, y no tenes un auto para transporte desde LagoYojoa. La mayoría de los trabajos a los cuales puede acceder en la ciudad no pagarían suficiente para comprar un auto, aun si ahorrara su salario entero por varios años. El trabajar en un "resort," como él lo hace, tampoco le da seguridad, ya que algunas veces lo dejan ir por el día sin pago, ya que no hay suficiente trabajo. También nos hablo sobre violencia social y la cantidad de gente con armas en Honduras, algunas de las cuales vimos nosotros mismos (por ejemplo, hombres con ametralladoras en gasolineras, o al lado de la ruta). Nos despedimos de Álvaro con un nudo en la garganta, agradecidos por su hospitalidad y admirando su determinación para salir adelante, y al mismo tiempo sintiéndonos un poco deprimidos y desesperanzados nosotros mismos.

Durante el resto del día cruzamos un tramo bastante grande de Honduras, viajando por una zona fresca, con montes de pinos, y disfrutando del paisaje. Habíamos planeado pasar a Nicaragua ese mismo día, pero un encuentro inesperado antes de cruzar la frontera cambio nuestros planes... Cuando estábamos en la gasolinera, se nos acerco un "gringo" que reconoció que éramos extranjeros por la patente de nuestro auto. Nos invito a visitar su finca, ubicada en las cercanías, y a quedarnos allí por la noche. Nosotros pensamos que esta invitación era una buena oportunidad para ver una finca en Honduras, y además se estaba haciendo un poco tarde para cruzar la frontera y buscar un lugar para dormir. Rodeada de árboles que ofrecían su sombra, con una galería fresca y espaciosa, y con un coro de pájaros, la finca parecía el perfecto lugar para quedarnos. Su dueño fue muy generoso con nosotros, dándonos una buena comida, regalos, y varios ofrecimientos de ayuda. Sin embargo también nos hizo dar escalofríos (especialmente a mí) con historias sobre guardaespaldas, agentes de la CIA, y conflictos violentos. Muchos de estos cuentos reflejaban tanto su poder como su desconfianza y desprecio por la gente de Honduras. Una vez en la finca notamos que había hombres armados (con una especie de ametralladoras o algo así), y las explicaciones del dueño sobre la necesidad de tener estos hombres, me hicieron sentir aun menos segura... Este señor hablo por varias horas, casi ininterrumpido por nosotros ya que nos quedamos sin habla, contándonos una historia más increíble que la otra. Aunque no estaba de acuerdo con muchos de sus puntos de vista, no estaba segura sobre como presentar mi desacuerdo, sin saber de que forma este señor reaccionaria. A pesar de la belleza del lugar, me sentía bastante nerviosa debido a las historias de nuestro anfitrión y la presencia de hombres armados... Nos fuimos de la finca a la mañana siguiente tempranito. Mas tarde reflexionamos sobre el hecho que en un mismo día vimos dos diametralmente mundos diametralmente distintos, dos extremos en la realidad de Honduras.

 

May 28, 2002

Honduras, cerca de la frontera con Nicaragua

Odómetro: 203.660 millas

Escrito por: Bárbara

Al llegar a la frontera con Nicaragua, un grupo de muchachos Hondureños saltaron de una camioneta que iba adelante nuestro, y comenzaron a gritar y gesticular palabras en ingles. "Mister, mister!"(Señor, señor!), "We help you!" (¡Le ayudamos!) y otras frases nos dieron la pauta que querían un poco de dinero a cambio de ayudarnos a navegar el aparentemente complicado sistema para sistema migratorio en el lado de Honduras. Otros viajeros que encontramos en el viaje en Guatemala nos habían advertido sobre estos chicos, por lo cual no nos sorprendimos cuando se aproximaron a nosotros. Resulto que contratarlos ayuda bastante, dado que no es muy claro cuales son los tramites que uno debe hacer para irse de Honduras, y estos chicos sabían exactamente cuales eran los requisitos y donde quedaban las distintas oficinas. Luego de hacer el papeleo en el lado Hondureño, tuvimos que hacer algo similar en el lado Nicaragüense. Afortunadamente, este lado parecía un poco más organizado y menos caótico, y no tuvimos problema alguno.

Viajamos hacia Managua por varias horas, cruzando mayormente zonas rurales y ciudades pequeñas. En Managua esperábamos poder contactar a Roberto, un amigo de mi amigo Carlos, de la Universidad de Oregon y originalmente de Nicaragua. Para cuando arribamos en Managua, se estaba cayendo el cielo por la lluvia, y por primera vez en el viaje sentimos a que se refería la gente con "época de lluvias." No tuvimos éxito localizando a Roberto, ya que justo estaba fuera de la ciudad. Por ello decidimos continuar hasta Masaya, una ciudad pequeña cerca de Managua. Para cuando dejamos la capital, algunas partes de la ciudad estaban inundadas, creando embotellamientos de tráfico y confusión en las calles. Una vez llegados a Masaya encontramos un buen lugar para acampar: el jardín de una casa que también funcionaba como estacionamiento. Las calles de Masaya presentaban gran actividad, con autos, camiones, y buses coexistiendo con carros a caballo usados como transporte público (llevando pasajeros como lo hace un ómnibus). Muchas de las casas eran grandes y espaciosas, y muchas de las tiendas y negocios se alternaban con las casas. Estas tiendas, como en otras partes de Latino América, parecían no haber sido originalmente diseñadas como negocios, sino como partes de viviendas. Caminamos por Masaya a la noche, buscando un lugar para cenar, y tuvimos la oportunidad de dar un vistazo a como viven las personas allí. Las calles no estaban muy iluminadas, haciendo más visible lo que sucedía dentro de ellas. Una familia se acomodaba a cenar; en otra casa un hombre y una mujer cosían en silencio; en otra los niños miraban la tele, y un grupo de adolescentes conversaban en el frente de otra casa. Cada hogar parecía un mundo entero, y al mismo tiempo sentí como que un vínculo conectaba lo que sucedía en cada casa, como en el libreto de una película.

Cenamos en uno de los restaurantes que dan a la calle, done se puede comer comida deliciosa y abundante por relativamente poco dinero. Un plato grande de pollo asado, banana frita, arroz, frijoles, y ensalada costo un poco mas de un dólar. Nos fuimos a dormir exhaustos, completamente satisfechos luego de una buena cena, y felices de tener a nuestra camper para protegernos de la lluvia torrencial.

 

Mayo 29-30, 2002

Masaya, Nicaragua

Odómetro: 203.890 millas

Escrito por: Bárbara

La lluvia caía sin parar sobre Masaya el día 29 de Mayo. Debido a la lluvia no tuvimos muchas ganas de salir, a pesar que los habitantes de Masaya continuaban normalmente con sus vidas, aparentemente sin que les afectara demasiado la lluvia. Al día siguiente decidimos continuar nuestro viaje y dirigirnos rumbo a Costa Rica, con la esperanza de encontrar un mejor clima. Nos hubiera gustado ir al lado Caribeño de Nicaragua, específicamente a Bluefields (de donde es mi amigo Carlos), pero no es posible llegar allí con auto. La ruta llega hasta Rama, y de allí uno tiene que tomar una embarcación hasta Bluefields. Decidimos no ir a Bluefields ya que no queríamos dejar a nuestro perro y vehículo solos en Rama (no pierdo las esperanzas que algún día nos encontremos con Carlos y paseemos por su tierra con él).

A unos kilómetros de Masaya se encuentra la ciudad de Granada, ubicada en la orilla del Lago Nicaragua, con varios edificios coloniales, y un activo mercado en las calles. Nos detuvimos en la Casa de la Cultura, en parte porque se trataba de un lindo edificio, y en parte porque queríamos conseguir una calcomanía de Nicaragua para nuestro auto. Había una pequeña tienda dentro del edificio que probablemente tuviera lo que queríamos. Cuando la vendedora se fue a buscar la calcomanía, algo muy bueno sucedió. Mientras esperaba a que la vendedora regresara, mire distraídamente a una mesa llena de souvenirs y algunos libros. La colorida cubierta de un libre me llamo la atención. Tome el libro en mis manos, y leo "Carlos Castro Jo." Pensé, "No puede ser..." pero a pesar de mis dudas, al dar vuelta el libro para ver la contratapa veo la foto de mi amigo Carlos. Me emocione tanto que tuve que decirle a la vendedora que el autor de este libro de poesías era mi amigo. Compre el libro, disfrutando profundamente esta coincidencia, que para mi no es tal. Estuvimos pensando en Carlos desde que llegamos a Nicaragua, y lo encontré así, inesperadamente, aguardando paciente en una mesa polvorienta, en la tienda de un edificio que no planeaba visitar. Mientras viajábamos por el sur de Nicaragua, leí los poemas de Carlos en voz alta. Nada parecía mas apropiado en ese momento que leer conmovedores poemas sobre Nicaragua, escritos por un querido amigo Nicaragüense...

Entramos en Costa Rica en la mañana del 30 de Mayo. El cruce fronterizo fue relativamente libre de complicaciones. Una vez tuvimos que fumigar el auto, un pequeño fastidio al cual todavía nos estamos acostumbrando (nuestro record fueron dos fumigaciones en el mismo día cuando cruzamos de México a Belice, y luego de Belice a Guatemala en el mismo día). Manejamos derecho hacia el océano, a Playa del Coco, una zona costera bastante turística que parecía linda pero no particularmente buena para acampar. Continuamos hasta la cercana Playa Hermosa, la cual nos pareció más agradable y tranquila que Playa del Coco. Acampamos al lado de la playa luego de haber pedido permiso al dueño de un restaurant ubicado allí.

 

Mayo 31, 2002

Playa Hermosa, Costa Rica

Odómetro: 204.052 millas

Escrito por: Bárbara

Lo primero que vimos esa mañana desde nuestra cama fue un océano sereno entre las ramas del árbol que rodeaban nuestro auto. El mar era demasiado perfecto para resistirlo. Pasamos mas o menos una hora en el océano, esta inmensa pileta salada que hasta lo atrajo a nuestro perro Chance. Nos fuimos de Playa Hermosa totalmente frescos y renovados, y ansiosos por ver otros nuevos aspectos de la increíble naturaleza de Costa Rica. Viajamos alrededor del Lago Arenal, por una zona de fincas, resorts, y una vista espectacular del todavía activo Volcán Arenal. A medida que nos acercábamos al volcán, vimos menos naturaleza "domesticada" en forma de jardines, y más jungla verde y exuberante. Al acercarse la noche no vimos muchos lugares donde se pudiera acampar, pero tuvimos suerte de encontrar un buen lugar, gratis, en el estacionamiento de un hotel de la zona. Acampamos justo al lado de un árbol grande, cerca de vacas y caballos, y con vista al volcán.

Junio 1, 2002

Volcan Arenal, Costa Rica

Odómetro: 204.173 millas

Escrito por: Bárbara

El día 1° de Junio fue dedicado mayormente a viajar desde el Volcán Arenal hacia el Caribe. A pesar que la idea de una linda playa tropical resultaba atractiva, también requería dejar el clima fresco de la montaña que tanto estábamos disfrutando. Uno de los objetivos del día era encontrar un hotel relativamente barato, pero con televisor para así poder ver el partido Argentina-Nigeria del mundial. Los dos queríamos ver el partido, pero Cris estaba particularmente ansioso, por lo cual se entusiasmo mucho cuando encontramos lo que necesitamos en la ciudad de Turrialba. El hecho que Argentina ganara el partido constituye FELICIDAD. Luego del partido, el cual terminó como a la una de la mañana, yo me dormí y Cris continuó mirando los dos partidos que siguieron hasta la mañana.

Junio 2, 2002

Turrialba, Costa Rica

Odómetro: 204.305 millas

Escrito por: Bárbara

Nos despertamos alrededor de las 7 de la mañana a causa de un fuerte temblor que resonó con gran estruendo a la vez que sacudía el edificio. Afortunadamente no se trataba de un gran terremoto. Luego de desayunar el tradicional "gallo pinto" (arroz con frijoles), huevos y jugo de frutas, nos marchamos rumbo al Caribe. Nuestro plan consistía en evitar Puerto Limón, que no es demasiado lindo según Cris, e ir directamente a Cahuita, una pequeña y tranquila ciudad costera. Acampamos en el cercano Parque Nacional Cahuita, que resultó ser uno de los mejores lugares para acampar que hemos visitado. Los sitios de camping están justo en la playa, entre un océano azul con arrecifes de coral y peces multicolores, y una jungla espesa llena de monos aulladores, lindas lagartijas, y todo tipo de aves. Prácticamente no había nadie allí, salvo las personas que trabajan en la estación de guardabosques. Estacionamos el auto con la parte de atrás hacia el océano, para así poder ver el amanecer. En el medio de la noche, Cris me despertó para que mirara al más increíble reflejo de luna en el océano. Estaba demasiado dormida para sacar una foto, pero atine a ponerme los anteojos para así ver mas claramente esta visión mágica. Luego me quedé nuevamente dormida.

 

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Una Opción de Transporte Público en Granada, Nicaragua

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Volcán Arenal

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Una Sobreviviente en Playa Hermosa, Costa Rica

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Manejando por las Montañas Costarricences

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Pueblo de Montaña en Costa Rica

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Nuestro Lugar de Camping en el Parque Nacional Cahuita
















Semana 9