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![]() Travesía Panamericana
Semana 15
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Julio 15, 2002
Barranca, Perú Odómetro: 206.677 millas Escrito por Bárbara Nos fuimos de Barranca alrededor del mediodía, rumbo a Huaraz, una ciudad
cerca de la Cordillera Blanca en la cual se encuentra la montaña mas alta de Perú (el Nevado Huascaran, 6768 metros de altura).
La ruta Barranca-Huascaran asciende desde el nivel del mar hasta los 4.100 metros, desplegando paisajes espectaculares de
picos nevados, campos cultivados coexistiendo con el desierto, y zonas de arroyos, árboles y flores silvestres. Cada tanto
veíamos una gran mancha anaranjada contrastando con el marrón claro del desierto, para después darnos cuenta de que se trataba
de mazorcas de maiz agrupadas en el suelo para que se sacaran al sol. Disfrutamos muchísimo este camino tranquilo, solo interrumpido
por pueblitos con campesinos trabajando en el campo, mujeres llevando pesadas cargas o trabajando la lana mientras caminaban
a la vera de la ruta, familias conversando en la puerta de sus casas, y ocasionalmente rebaños de ovejas, vacas y otros animales
bloqueando la ruta. Al llegar a los 4100 metros de altura yo comencé a sentirme un poco sin
energía y como si me faltara el aliento, pero nada terrible. Cris parecía estar sintiendo un efecto contrario: estaba
tan emocionado por la magnificencia del paisaje que parecia listo para correr una maratón. Llegamos a Huaraz justo antes del
anochecer, y pasamos la noche en el feo Hostal Landauro, el cual era conveniente por su playa de estacionamiento, y dado que
nosotros estábamos muy cansados para explorar otras alternativas para dormir. Aquella noche no dormimos muy bien, quizá porque
nos estábamos acostumbrando a la altitud y al clima seco, que te hace sentir como si estuvieras en un avión. O quizá, ya estamos
demasiado acostumbrados a .dormir en nuestra camper..... Julio 16, 2002 Huaraz, Perú Odómetro: 206.912 millas Escrito por: Bárbara Nuestro objetivo del dia era llegar al Parque Nacional Huascarán. Partimos
tempranito rumbo al parque, hipnotizados por el paisaje que ya se vislumbraba: montañas
con picos nevados y glaciares contrastando con un cielo azul nítido, el aire límpido, los caminos bordeados de flores, y los
ríos transparentes nos mantuvieron como si hubíeramos tomado la pastillita de la euforia. Nuestra primer parada fue en la vieja ciudad de Yungay, una ciudad que
fue sepultada por una avalancha proveniente del Huascarán en el año 1970. De acuerdo al guía que nos explicó un poco la historia
del lugar, la avalancha se produjo como consecuencia de un sismo con epicentro en el mar. Nos contó que en tres minutos la
avalancha cubrió a toda la ciudad, matando a aproximadamente 18.000 personas. Actualmente solo se pueden ver algunos restos
de la ciudad: un ómnibus hecho chatarra, una de las paredes de la iglesia, una parte del antiguo cementerio, y cuatro palmeras
que sobrevivieron casi milagrosamente. Lo que era la ciudad es ahora un gran cementerio (campo santo) cubierto de flores. Luego de haber
visto de lo que es capaz la fuerza de la naturaleza, sentimos un tremendo respeto (bordeando el temor) por el nevado Huascarán, la montaña a la cual nos estábamos acercando. Pudimos ver el nevado completamente
despejado, lo cual fue una suerte ya que según nos dijeron, generalmente esta rodeado de algunas nubes. Dice la creencia popular
que las nubes son para que la montaña se cubra de vergüenza por lo que le hizo a Yungay. Un camino de ripio va desde el nuevo
Yungay hasta el parque Nacional Huascaran. Al llegar a las lagunas Llanganuco, en el parque, casi no podíamos creer que pudiera
existir un paisaje tan espléndido. El color de la primera laguna es de un turquesa
tan nítido que parece irreal, y las montañas nevadas constituyen el perfecto telón de fondo. Yo creo que hasta Chance se daba
cuenta que nos encontrábamos frente a un paisaje excepcional, tan contento se lo veía, brincando y corriendo como loco! A
la vuelta del paseo, y ya exhaustos, algo imprevisto sucedió: Guapo presentó un desperfecto mecánico, al parecer bastante
serio... Julio 17 y 18, 2002 Huaraz, Perú Odómetro: 207.026 millas Escrito por: Cristián Aviso: el siguiente párrafo es un mínimamente
mecánico en su lenguaje. Al regreso de los lagos ayer, y con tres mochileros
a bordo, se encendió la luz de la presión de aceite. Hasta acá llegamos, pensé. Inmediatamente paramos en la banquina y chequeamos
todo. Con perplejidad, observé que el sistema de refrigeración estaba lleno hasta el tope con una mezcla de líquido refrigerante
y aceite del motor, a la vez que el sistema de lubricación (aceite) estaba casi vacío. Mi primer sospecha era una falla en
la junta de la tapa del motor. Agregué todo el aceite que tenía de mas en el vehículo y manejé hasta Huaraz, a unos pocos
kilómetros, constantemente monitoreando el instrumental de presión de aceite, temperatura del agua, y temperatura del aceite.
Este instrumental que instalé en Oregon antes de salir ha sido verdaderamente útil a lo largo de todo el viaje, y en una ocación
como esta resultó imprescindible. Tuvimos la suerte de localizar a un mecánico de VW esa misma noche (ayer), quien no solo
dijo que podría ayudarnos, pero también nos permitió quedarnos a dormir en su taller, dentro de Guapo por supuesto. Ese fue
el comienzo de nuestra experiencia en el taller de Hernán, la cual duró tres días y fue, en definitiva, positiva. Por la mañana,
Hernán confirmó su diagnóstico de la noche anterior; enfriador de aceite fallado (pinchado). El enfriador de aceite en el
motor diesel de Guapo trabaja como un heat exchanger, al circular el aceite cerca del líquido refrigerante y por ende enfriando
el primero. A pesar de ser nuevo, mi enfriador de aceite tenía una pérdida, lo que causó que el sistema de enfriamiento se
vea invadido por el de lubricación (el primero funciona a menor presión que el segundo, y por ello poco o nada del líquido
refrigerante/anticongelante pasó al motor). El resultado fue que cada componente del sistema de enfriamiento (radiador, mangueras,
tubos, tanques, bomba de agua, sistema de calefaccción, etc.) estaba impregnado de aceite! Una pequeña pesadilla, pero al
menos el motor parecía no haberse dañado. Una vez establecido el problema, el desafío fue conseguir un enfriador de aceite
para Vanagon en un país que no tiene Vanagons, y desde un pueblo de montaña en el norte del mismoOtra vez tuvimos suerte,
un mayorista de repuestos para VW en Lima tenía uno en stock (no me pregunten para qué). Luego de hacer un giro bancario,
el repuesto llegó a la mañana siguiente. Mientras tanto, entre los ayudantes de Hernán y yo habíamos desarmado el sistema
de refrigeración y limpiado todos sus componentes. Una vez que todo estuvo instalado nuevamente en Guapo, pasamos un largo
rato enjuagando el sistema, al agregarle agua por un lado y dejar que corriera por el otro con el motor en marcha, hasta que
el agua saliera sin restos de aceite. Por supuesto, se realizó un cambio de aceite y filtro que no estaba programado. Esa
es la historia de nuestro problema mecánico en el norte del Perú. El otro lado de lo sucedido con Guapo en Huaraz
fue que pasar esos tres días en el taller nos dió la oportunidad de conocer a Hernán, su asistente Lupe y el grupo de mecánicos
que allí trabaja. Entre otras cosas, ratifiqué el gran poder de creatividad que poseen los mecánicos latinoamericanos (la
necesidad debe ser la madre, no mas...). Hernán es una persona muy creativa y admirador de la ingeniería alemana, quien además
de dedicarse a reparar automóviles y camiones ha diseñado y fabricado maquinaria diversa, posee una fábrica de un producto
similar a las briquetas (por falta de una mejor palabra), solo que mas grandes y para fines de calefacción, diseña y construye
tanques de agua caliente que funcionan a base de dichas briquetas, posee una empresa de rescate de vehículos que se desbarrancan
por las montañas de la zona, mantiene las flotas de camiones y todo-terrenos de las minas aledañas, arregla la maquinaria
de dichas minas, y no sé cuántas otras empresas mas. Las historias y fotos que nos mostró sobre los muchos rescates de ómnibus
y camiones desbarrrancados en la zona son sencillamente increíbles, y darían para largo. En resumen, basta decir que Hernán
y su equipo trabajan (generalmente a mas de 4.000 metros snm) haciendo caminos y subiendo vehículos con cables y reductoras
manuales (!). A veces demoran días, a veces se encuentran con las víctimas del accidente dentro de los vehículos. En ocaciones
también rescatan vehículos de los ríos de la zona. En fin, una profesión muy interesante, según mi punto de vista. Para nosotros fue excelente poder dormir en
Guapo todos estos días, ya que todas nuestras pertenencias se encontraban allí y hubiera sido complicado coordinar ir y volver
al taller desde un hotel, transportando cosas, y aún mas importante, lidiando con el tema de donde dejar el perro durante
todo este episodio. Quedarnos en el taller me permitió seguir de cerca y participar en lo que se le estaba haciendo al vehículo.
Mientras tanto, Bárbara exploró el centro de Huaraz. Hernán también nos invitoó a su granja cercana, ubicada al lado del río.
Está planeando poder recibir allí a turistas en el futuro, ofreciéndoles diferentes opciones de alojamiento, tales como cuartos,
lugar para acampar, hamacas, lugar para estacionar una casa rodante, etc. También planea ofrecer productos alimenticios cultivados
en la misma granja. Una especie de Finca Ixobel, si se quiere (ver nuestro capítulo de Guatemala). Para mi agradable sorpresa,
había en la propiedad una VW cabina simple de principios de los 60s, de la cual Hernán planea deshacerse. Un minuto mas tarde
me encontraba con mi caja de herramientas, sacando todo repuesto usable que encontré... Nuestra estadía en el taller de Hernán no
solo sirvió al propósito de arreglar a Guapo, también nos permitió conocer gente y lugares de la localidad, y aprender mas
sobre Huaraz y el Perú en general. Por suerte, no sentimos que estos tres días hayan sido una pérdida de tiempo. Julio 19, 2002 Huaraz, Perú Odómetro: 207.033 millas Escrito por: Cristián Temprano en la mañana, Hernán nos acompañó
a un complejo de termas naturales en donde luego de bañarnos en unas piletas enormes tomamos unas de las mejores duchas de
todo el viaje; agua caliente natural con propiedades minerales y a la temperatura perfecta saliendo de unas duchas al aire
libre desde donde se veían las montanas cercanas y un arroyito, excelente. Ayer, Bárbara y yo habíamos decidido hacer
lo que nuestra guía Lonely Planet llama casi imposible: saltearse Lima viajando por el centro de Perú hasta Cuzco. Nuestros
mapas muestran un camino que corre de norte a sur por la cordillera central peruana. Calculamos que aún cuando se trate de
caminos de ripio y cornisa, transitar por la misma nos daría la rara oportunidad de conocer la zona montañosa central del
país, la cual no es frecuentada por el turismo por problemas con la guerrilla desde los 70s hasta principios de los 90s, falta
de infraestructura, y demás razones que escapan a mi mente (y mi comprensión). Ni nos imaginábamos el tipo de caminos que
tendríamos que negociar durante los próximos días, y qué difícil se haría llegar a Cuzco. No obstante, la magnificencia de
los lugares que vimos hizo que valiera la pena. Luego de la fabulosa ducha, partimos de Huaraz
cerca del mediodía, dirigiéndonos rumbo sur hacia otra región del Parque Nacional Huascarán. Este área y sus alrededores se
encuentran sin duda entre los paisajes mas lindos e imponentes que hemos visto en nuestro largo viaje. Manejamos pagaditos
a grandes nevados, fuentes de agua gasificada natural, arte rupestre, glaciares, y mas. Nuestro altímetro indicaba que el
camino de ripio que cruza el parque va desde los 3.800 hasta los 4.800 msn, lo que fue la prueba definitiva de las capacidades
de Guapo en la altura. Por suerte, el cambio de altitud no pareció afectar la potencia y no fue necesario realizar ajustes
a la bomba inyectora. Este tema había estado en mi cabeza desde que dejamos Oregon, una cosa menos de que preocuparse. Las
increíbles vistas no cesaron al abandonar el parque, donde nuestra altitud nos permitía ver cadenas de nevados en casi todas
las direcciones. Hoy nos cruzamos con muy poco tráfico, alrededor de tres vehiculos en total. Llegamos al pequeñísimo pueblo
montañés de Huallanca, registrándonos en el estacionamiento local (algo muy común a lo largo de los países sudamericanos que
hemos visitado). Estos estacionamientos a puerta cerrada nos serían de gran ayuda durante el resto de nuestro viaje, presentes
en todo pueblo o ciudad, en donde podíamos dormir en nuestro vehículo seguros y por una modestísima suma. Ya se habrán dado
cuenta de lo agarrados que somos :). Esta fue también la primera noche en todo el viaje que requirió el uso del calefactor
estacionario Eberspacher, el cual nos mantuvo comfortables toda la noche a pesar de las bajas temperaturas existentes afuera. Julio
20-21, 2002 Huallanca,
Perú Odómetro:
207,113 millas Escrito
por: Cristián
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